21 septiembre 2008

KHANIMAMBO ANA


Querida Ana

Te escribo mientras lloramos aún sobre tu tumba. Las flores están mojadas con el agua que cada uno hemos esparcido sobre ellas, pero esas flores también brillan con el reflejo de nuestras lágrimas.
Dentro de mi, todavía siento como te intento arropar aún con mi abrazo.

Llegaste aquí en brazos de tu hermano Daniel, que hoy no sabe estar sin ti. Te intentamos arropar en esta familia llamada Khanimambo, dándote las gracias por aparecer a nuestro lado. Tus ojos empezaban a brillar…
Pero nos faltó tiempo para hacerte sonreír
, y esa es la pena más grande que me llevo dentro, como una punzada cuya marca se que nunca desaparecerá.
Porque tenías solo2 añitos. Porque en estos dos años has vivido lo que nunca debiste vivir: lo peor de la pobreza extrema. Las noches sin manta, sin red mosquitera, las mañanas sin comida y las tardes vacias…
De pronto llegaste a Khanimambo y empezaba ahí tu segunda oportunidad, o quizás la primera, la primera oportunidad de vivir tu infancia.
Estas son las puñaladas de la vida, que la hace ser tan injusta con los que menos se saben defender.
El cólera arrasó contigo, sin aviso, sin remedio. En 18 horas te fuiste para dejar de sufrir.

Te fuiste de tu chocita, de las manos de una madre que no ha podido darte mejor vida, de la compañía de tres hermanos que no sabrán olvidarte. Te fuiste de este poblado maldito y de las canciones de Khanimambo que tanto te gustaron. Te fuiste dejando atrás 177 hermanos/ahijados y un padrino que soñaba con ayudarte. Te fuiste dejando este abrazo que te sigo dando, vacío…
La esperanza no ha podido hacer nada contigo, pero has dejado una huella que no borraremos. Para saber que ninguna lucha está acabada hasta que unas flores brillan en su ausencia.


En nuestro recuerdo, en nuestra lucha… Khanimambo Ana.
Tía Alexia

02 septiembre 2008

175 niños. Un año en África

Me da vértigo mirar para atrás.

Acabo de leer el post que escribí justo hace un año. Me siguen haciendo falta cada cosa que pronostiqué en aquella altura. Eso no ha cambiado nada (bueno sí, me quedo con ver a Kena corriendo aquí con las gallinas y los niños). Después de leer el post, he cogido “la biblia de Khanimambo”: El archivador donde tengo cada ficha individual de los ahijados, con su foto y sus datos. 175 niños… un año en África.

Llevo un año en África, y ahora ha sido cuando me he dado cuenta que esto es una realidad… que los recuerdos son reales y no sueños por cumplir… que cada mirada de estas fotos que acabo de ojear son de niños a los que les hemos cambiado la vida, y que miro para atrás… y veo… y se... que acabo de vivir uno de los mejores años de mi vida.

No sé como empezar este resumen-conclusiones de los últimos 12 meses. No quiero dejar de hacerlo, no sé cuántos cumpleaños africanos me quedan pero este es mío. NO me lo quita nadie, y siempre viene bien girar de vez en cuando la cabeza, y mirar las huellas que vas dejando, el camino que estás pisando.


No os creáis ni una palabra de eso que digo cuando todo parece estupendo, porque si es verdad que cuando un niño sonríe por primera vez, todo se esconde bajo esa primera sonrisa y nada de lo que va mal parece ir mal, nada de lo que cuesta parece que pese tanto… esas primeras sonrisas me han dado la vida y me la siguen dando. Pero sin eso, todo aquí es horrible.
Lento, sucio, indigno, injusto, duro, hambriento, seco. Todo es horrible… así que imaginaros el poder de esas sonrisas. Por muy repetitivo que suene, son acojonantes.



Ningún comienzo es fácil. Y parece que aún sigo empezando, hay días que este camino es tan duro. No ha sido cómodo, no lo es. Siguen estando solos demasiados huérfanos, duermen en el suelo muchos niños y aún hay tripas vacías que alimentar.
Queda tanto trabajo, que un año puede parecer mucho, pero en el fondo no es nada.
Dentro de mi, se hasta donde va a llegar Khanimambo. Pero ese final me lo guardo en mi corazón… la sorpresa no puede faltar en ninguna historia decente (¿verdad Diego?)

Si por alguna circunstancia me dicen que se acabó esto, que mañana me despertaré en Madrid y así será por un tiempo… recordaría Xai-Xai como una canción, con unos niños gritando a todo pulmón, en la que cada uno pone un tono y juntos hacen que suene la melodía más bonita. Con vida, con fuerza. Con valentía.

Aquí los días se tiñen de una luz especial, y todo entra en un ritmo que sabes que nunca cambiará pero que si ese día consigues hacer algo, algo has avanzado, a pesar de ser un camino sin fin no nos vamos a rendir. Los pocos hacen los muchos. Esto es clave. Creo que la filosofía africana no se entiende fuera de este planeta.
¡¡Que venga Pagua* a ver si aprende algo de filosofía aquí!! Jejjejej que mala.

Khanimambo ya ha cambiando muchas vidas, tantos futuros. Bajo esta palabra hay toda una fuerza que une a mucha gente. Es un orgullo decir Khanimambo. Y un orgullo ver crecer nuestra familia.

No quiero mirar para atrás porque da demasiado vértigo y hay que seguir, sin parar porque esto aún no ha terminado. Seguiré protegiendo y defendiendo a cada niño con garra. Eso es lo que he hecho hasta ahora, y así seguiré.



No se explicar cómo se me está agrandando el corazón. Antes eran España y Portugal, mis amigas y mi familia… ahora tengo que añadir a mi novio, a mis 175 niños y a Mozambique… y a todos os quiero con una fuerza muy grande. Estáis aquí, todos dentro y revueltos, peor que el camarote de los hermanos Marx, peor… aquí dentro… todos.

El domingo pasado, celebramos mi primer cumpleaños africano, y Ernesto me preguntó hasta cuando me iba a quedar aquí. Se me empañaron los ojos, no supe contestar, le miré y él lo hizo por mí… “siempre ¿verdad tía Alexia?”
Esa pregunta no tiene respuesta, o si… y es esa, porque aunque no sea físicamente siempre estaré aquí. Eso ya me lo ha dicho Ernesto.

Gracias a cada niño y gracias a cada uno de vosotros porque todos estáis aquí conmigo soplando las velas de mi primer año africano mientras escucho una canción que me compuso un ahijado, titulada: Khanimambo.



* Pangua: mi profesor de filosofía de COU que no quería aprobarme por encima de su cadáver, todavía se la tengo guardada… ¡Capullo!