02 marzo 2010

CARLITOS... MAÑANA ES NUESTRO DÍA

Simão tiene 17 años, pero su apariencia no le hace ningún favor. Nadie apostaría por más de 11 años. Es tímido, casi transparente. Sus músculos frágiles como su sonrisa que nunca deja asomar, por miedo a perderlo todo. Pero ¿qué le queda a un niño, que ha pasado por la vida entre malos tratos, abandono, soledad, incomprensión, silencios…?
Sobrevivió durante años de la mano de una vecina, oculta entre la primera apariencia de querer ayudar a un niño abandonado, le acogió en su casa a Simão y a su hermana. Un nuevo infierno que nadie supo adivinar hasta que las huellas del mal trato hicieron que todos los adultos con cabeza que les rodeábamos, nos muriésemos de pena, de culpabilidad….
Pero este niño frágil supo decir que no, que no quería eso en su vida, y que volvería a casa de la madre que les abandonó con tal de no seguir viviendo un abismo de incomprensiones. Salió como un hombre de esa casa, y entró en casa de su madre con la cabeza agachada, no tengo a donde ir…
Pero su madre le acogió solo con el apetito de comer parte de la comida que Simão traía debajo del brazo gracias a Khanimambo. No le apoyó en nada hasta que este abandonó durante las últimas semanas de curso 7º, los exámenes finales, el sueño de ser veterinario.
En Khanimambo ha pasado desapercibido en la pandilla de los niños de su edad, y su sombra se dejó ver cuando los dos intentábamos hablar, a pesar de ser difícil porque Simão apenas confiaba en mi, con cuentagotas me dejaba entrever su infelicidad pero no conseguía cumplir con los planes que los dos hacíamos. Más de un ultimátum le tuve que dar en los últimos años, sin saber sus más difíciles secretos, me rogaba quedarse. Y se lo permití, una y otra vez, pidiéndole que confiara más en mí.
Cuando se fue a casa de su madre, y esta permitió que Simão abandonara los estudios, cambié de estrategia y empezamos a escribirnos cartas. Eso funcionó, porque a solas con una hoja con títulos como ¿Me quiero quedar en Khanimambo? ¿quiero seguir estudiando?... Simão empezó a encontrar la luz en su vida, confiaba en mí a ciegas sin mirarme a la cara, con dibujos y palabras que me demostraban que no podíamos abandonarle.
Un voto de confianza, una casa nueva, una excepción en cuanto a los repetidores, una mano que le cogió a tiempo y finalmente un abrazo: “Khanimambo tía Alexia”
Le hemos regalado a Simão una oportunidad de recuperar el tiempo perdido o por lo menos de vivirlo mejor a partir de ahora, en su casa nueva, la que le hemos alquilado y amueblado con todo lo que se merece. Repite 7º, saltándose la norma de que está prohibido repetir en Khanimambo y los dos, entre cartas y dibujos, nos hemos conocido mejor, lo suficiente… para que el abrazo del pasado viernes no lo vayamos a olvidar ninguno de los dos…

“Carlitos, mañana es nuestro día”



Y Carlitos, se alejó de nosotros poco a poco aún con la cara cabizbaja, sin creerse que las cosas puedan llegar a cambiar, con miedo a confiar en su nuevo amigo, el mismo que le promete que mañana los dos saldrán de un pozo muy oscuro. Dentro de los pensamientos más negros, Carlitos giró la cabeza, al mismo tiempo que Simão le alzaba la mano, con un hasta mañana.
Carlitos repite historia, la de tantos… de injusticias que jamás se deberían contar. Creemos que tiene 8 años, pero su fecha de nacimiento sólo refleja el azar del día que le registré. Abandono, vecina que le hace trabajar demasiado a cambio de vivir en su casa, ningún familiar. Dientes mal cuidados, pelo enredado.
Llega a Khanimambo, con mucho que curar, con mucho que sanear. Su refugio donde ha sonreído más que en ningún sitio, donde ha encontrado a sus amigos, su familia. Le defendimos, empezaron a cambiar las cosas. Zapatos nuevos, para un nuevo camino.
Pero apareció la madre que le abandonó hace ya demasiados años. Apareció siguiendo el olfato de la comida de Carlitos, la que su padrino le manda cada mes, y de esa manera, este niño con una pena cada día más lejana, me pidió vivir con su madre. Una alcohólica incapaz de quererle como se merece pero que no deja de ser su madre.
Dos meses para que cambiase la bebida, la suciedad, la mala vida por una responsabilidad y un compromiso que le exigíamos como única condición de que su hijo se quedara con ella. Pero no ha cumplido, no ha conseguido dejar atrás nada, aún con la tripa llena y un hijo que le adora a su lado.
La salud de Carlitos, que ha estado sin comer días enteros, sucio y lejos de Khanimambo, no puede esperar por una mujer que no parece afectarle lo más mínimo que su hijo vuelva a alejarse de él.

Ahora Carlitos vive con Simão, los dos juntos empiezan a ver la luz, en una casa donde no va a faltar nunca de nada para que puedan disfrutar de la vida que tanto han perdido estos años.

(FOTO DE ERIC FERRER: www.ericferrerphoto.net)