17 febrero 2009

Nuestro dulce sueño africano

Querida Rael, te acabas de quedar dormida en mis brazos. Te escribo esta carta contigo tumbada en mi regazo, y creo que no hay mejor forma de celebrar tu primer cumpleaños. Hace un año llegaste a nuestras vidas, con un parto milagroso, de ahí tu nombre (Rael = REAL al revés). Creces despacio, demasiado según la pediatra, a tu ritmo según mi opinión. Abres los ojos cuando algo te llama la atención, que suele ser todo… porque observar es tu pasatiempo favorito por ahora. Tus dientes empiezan a asomarse para saborearlo todo. Te he llevado tantas, tantas mañanas y tardes a mi espalda, con una capulana encajas tan bien que no se te siente. Una pluma… eres una pluma que respira fuerte. Y tus hermanos de Khanimambo te adoran, se pelean por tenerte en brazos, saltas de unos para otros con una rapidez que puede llegar a asustar a los desconocidos, a los que no saben que todos nosotros te hemos visto abrir los ojos por primera vez y sonreírnos. Otra cosa es tu hermano Chico, que se te ilumina la cara más que con nadie cuando se acerca a ti y te hace alguna carantoña… Rael, tan pequeñita… has sido durante este primer año y lo seguirás siendo mi motivación, mi dulce sueño africano. Verte nacer, verte crecer, cómo dices tus primeras palabras, ver cómo te sientas recta con kena a tu lado... verte aquí dormida forman parte de los mejores momentos vividos en Mozambique y que me atan a seguir. Algún día podremos sentarnos a charlar sobre todas estas cosas, seguro que sí. Muchas veces, como ahora… me quedo mirándote y me emociono pensando en toda la vida que te queda por delante. Sé que no hay nada que vaya a poder contigo. Ni cuando creíamos que tendrías VIH, ni la desnutrición que es tu propia batalla, ni los mosquitos, ni nada. Llevas en la sangre África, que se traduce en lucha, en grandeza, en autenticidad. Ahora que has soplado tu primera vela, deseo y adivino que llegarás a ser una gran mujer africana. Rael, el día que cumplió un año.