26 agosto 2006

Reinas en Africa




Siento que no tengo suficiente memoria para guardar cada imagen (cada cual más impresionante) que me está regalando este país y su gente…


Naranja el cielo que les ilumina, el mismo color de la arena que pisan con sus pies descalzos. Pies negros, que se confunden con un zapato gastado. Colores vivos pero sucios en sus ropas rasgadas de tanta batalla. Miradas blancas, limpias, brillan con tanta fuerza… y me miran directamente a los ojos retándome a que baje los míos, y lo hago, por respeto… luego una sonrisa, sin color (o con todos), desdentada, que me lanza un beso.

¿Cómo no voy a guardar esa imagen, o todas las que poco a poco vosotros os habéis imaginado a través de mis palabras? Y todas las demás… sus sombras en el camino de arena, sus huellas en la playa, sus chozas de noche iluminadas por las hogueras, la energía con la que se despiertan para barrer la entrada de su choza, agachados y con una escoba hecha de ramas del árbol, sus eternas horas andando en busca de agua, la esperanza con la que tantos niños recorren 30, 40, o más km para ir a una escuela que no tiene ni sillas para sentarse…

Esto es África, y esto es lo que vine buscando… ahora me pregunto para qué, porque será difícil ducharme todos los días en Madrid y saber que Amina, Colate, Agu, (y tantos más) no lo van a hacer. Será difícil tirar a la basura la comida que se me estropea en la nevera, después de que muchos de ellos hayan compartido conmigo lo poco que tienen…

Siento que ya no estoy viajando. Me he acostumbrado a dormir en este saco, con la mosquitera cubriéndome la cara. El macuto no es más que un pequeño armario que abro por la mañana en busca de una camiseta no demasiado sucia, y la escasa comida es suficiente para tener fuerzas y avanzar. Ya no viajo, ahora disfruto de la compañía de los mozambiqueños, y de las incomodidades de la vida de aquí.

Las horas de chapa que cada vez me acercan más a Maputo, son un momento más cerca de ellos, de sus paisajes, de su compañía, de sus temas de conversación, de sus silencios…
Hay algo en mi que ha cambiado, lo noto ya a una semana de decir “hasta pronto Mozambique”… Supongo que estoy aprendiendo a aceptar esto, aceptar África, como lo aceptan ellos. Es duro, me cuesta, ya que va en contra de mi espíritu de lucha, pero si lo hago de otra manera estaría luchando por mí y no por ellos. No hay nada peor que llegar e imponer… Aquí la palabra esperanza existe, pero tiene otro significado… Lo que para mi es un escándalo de abusos y condiciones inhumanas, es para ellos su manera de poco a poco prosperar. Esta lucha es lenta, pero como me dijo una mujer en una chapa: estamos demasiado lejos de Europa como para hacer comparaciones. Se que algún día la mujer llegará a ser reina de África, algún día…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todos intentamos ponernos en tu lugar imaginando lo q nos cuentas, pero la verdad es q eres tu la q volverás cambiada y un poco moçambiqueña. Un beso muy fuerte. tita