29 noviembre 2008

LA GRAN FIESTA DE KHANIMAMBO EN XAI-XAI (II parte: la celebración)

Ahora ya sé de donde surgió la idea y me ha costado casi un mes asimilar lo que vivimos aquí toda la parte mozambiqueña de la familia de Khanimambo.

Una fiesta de agradecimiento.

Siempre he creído que hay que ser muy valiente para pedir ayuda cuando el sufrimiento es hondo… he visto como mujeres sin nada, víctimas de la pobreza, los malos tratos y el SIDA se quedaban sin palabras al pedirme ayuda para sus hijos… pero también creo que hay que ser igual de valiente, de digno, de generoso cuando dices: GRACIAS.
Hemos cambiado sus vidas, y eso ya es una realidad. No un proyecto, no una meta. Es un hecho. Y ellos lo saben.

No sé cuántas horas fueron, he perdido totalmente la noción del tiempo de aquel día en el que todo resultó encajar.
Todos los niños de Khanimambo bien vestidos. Las madres, las profesoras de los colegios con los que colaboramos, la señora de la tienda donde compramos la comida, amigos de Xai-Xai, nuestra querida doctora de la enfermería de Khanimambo, las profes de la escolinha, Pascual el guarda y los vecinos. Las personas que forman parte de mi vida en Xai-Xai, de la vida de Khanimambo. Sólo faltaban algunas personas que han dejado una huella aquí al pasar y dejar tanto amor, mis queridos voluntarios.



La fiesta fue maravillosa, demasiado… si, demasiado. Habéis leído bien porque se me encogió el corazón como nunca me había pasado al ver a todos mis niños juntos, a todos… cantando con sus preciosas voces “gracias Tía Alexia” y todavía hoy me cuesta escribirlo, por vergüenza o timidez… la que ellos no tuvieron al mirarme cada uno a los ojos mientras sus dientecillos blancos relucían bajo el sol de África.

Las madres también tuvieron su papel. Las más avanzadas de alfabetización me escribieron cartas, las leyeron delante de todos contando todo lo que había cambiado sus vidas. Cantaron melodías africanas que todavía me hacen llorar, me regalaron flores y un abrazo cada una. Bailamos juntas y acabaron manteándome!!
Comimos todos juntos, bailamos al son de la guitarra de nuestro ahijado GIL, reímos, y recordamos a al resto de la familia en España y Portugal. A cada padrino, a cada amigo.







Hace un año cuando esto empezaba a cobrar consistencia, me di cuenta que los avances, los pasos de Khanimambo en Xai Xai los marcaban los niños con sus necesidades. Que van mal en el colegio, pues hacemos una escolinha, que todos los días tienen heridas que curar pues montamos una enfermería, que no tienen ropa, pues hacemos una campaña de ropa… y así hasta llegar aquí.
Si alguien es el “jefe” de Khanimambo, ese son los niños!!!
Muchos de estos niños, y me atrevo a decir que algunas madres no saben que lo que han hecho ha sido dar aún más significado a esta ONG que nunca ha sido una ONG. Nos están dando las gracias.

Me cuesta contar con detalle todo lo que sucedió el 1 de noviembre, pero sentí una felicidad inmensa. Sentí que ganaba esta estapa que pronto terminará: llegar y estar sola en Xai-Xai luchando tanto por sacar esto adelante.
No me cansaré nunca de decir gracias…

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