Hasta ahora, creí que el reloj de arena se había puesto en marcha el mismo lunes 13 de noviembre cuando dije en alto, me voy. En alto y en concreto a Fabiola… para así no echarme atrás en cuanto sonasen las sílabas, las letras, el eco de esas dos palabras tan rotundas y valientes. Pero ahora me doy cuenta que estos meses simplemente han sido una tregua para que mi cabeza y sobretodo mi corazón asimilaran que la maleta y el adios no es sueño que nunca se cumplirá.
Se cumplirá y en tres meses será una realidad que todos habremos tenido que asimilar.
Tengo una contradicción de sentimientos muy profundos amueblando toda esta idea… pero hoy destaco uno. El primero que se me viene a la cabeza al sentir todavía cómo me despedía de Cristian en la puerta de park, ese sentimiento es el de ACERTAR. Confío tanto en mi destino y en esta estrella que me ilumina mis sueños, que sé que aunque será durísimo, acerté al pronunciar esas dos palabras.
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