Cuesta elegir una foto. Cuesta verlas, y cuesta aún más
despedirme de mi gran compañera, la más fiel y leal que he tenido.
Kenita, siempre estarás en mi corazón y en mi recuerdo. Hay
situaciones que sólo las dos hemos vivido y que tu, mejor que nadie lo hubiera
hecho, supiste acompañarme, animarme y protegerme.
Te recogí en la perrera de la carretera de Valencia, después
de ver la carita de ilusión de Rocío que se le iluminaron los ojos nada más
verte por primera vez “Maina si no te la llevas tu me la llevo yo”, tenías que
ser tu. Blanca, pequeña, casi espuma. Y con una cara única, llena de
personalidad con tu mancha negra y marrón.
En Madrid establecimos una relación intensa, de confianza,
de hermandad. Ibas suelta porque quería que vinieses conmigo por propia
elección. Después de sacarte de la perrera, no podía ponerte una correa. Por
eso, ibas feliz en la moto, o corrías como un conejo en el parque, te llevaba a
todas partes y así te convertiste en universitaria, en hostelera y asidua al
rastro los domingos.
Dormías en mi cama, y sabías que si cerraba los ojos no me
debías molestar pero nada más abrirlos ya te ponías a chuparme la cara. Si los
cerraba de nuevo, parabas, Eras lista para morir, ¿cómo se puede entender
tanto? Con amor.
Todos los vecinos, amigos y familia te adoraban. Eras una
reina de la Plaza de Corps, y te costó despedirte de ella. El día que nos
fuimos, te escapaste y te escondiste debajo de un coche. NO te iba a abandonar,
pero tu tuviste miedo.
Viajamos juntas, siempre juntas, tú me dabas besos, y yo te
acariciaba.
En Mozambique cambiaste, de ser libre y mimada, a protegerme
por encima de cualquier cosa. Noches en el porche mirando las estrellas, paseos
por el mato, primeros descubrimientos juntas. Viajes mensuales a Sudáfrica, de
copiloto… tomando el sol juntas en la playa o cuidando a Rael cuando pesaba
menos que tu.
Si tuviese que escoger un recuerdo, me quedo con tu imagen
corriendo alrededor de Khanimambo con una veintena de niños coreando tu nombre
mientras intentaban seguir tu ritmo, mientras tu corrías detrás de 3 gallinas a
las que volviste locas. Pura alegría, energía… mágic Kena
.
Kena con K como Khanimambo. EL proyecto que tú y sólo tú
empezaste conmigo en Mozambique.
Kenita, ojala pudieras oír esto, entenderlo, y saber que me
va a costar muchísimo vivir sin ti