22 octubre 2009

ESPERANZA, Tanta Esperanza

Hace días que no escribo, pero aquí como en todas partes la vida no se detiene. Las historias de los niños cambian, avanzan y aun más importante aumentan! Tenemos muchos más ahijados, mucha más vida en la casita blanca y azul, el refugio de los niños de Praia de Xai-Xai y la palabra que no me quito de la cabeza es ESPERANZA, la que se destaca de diferente manera en cada una de estas vida y nos da tantas lecciones. Poco a poco van entrado niños que llevaban meses en lista de espera, que no se han rendido en la espera, que vienen a diario y se comportan con toda la dignidad que le falta a una lista de espera sin fecha de entrada… Tienen esperanza, confían en nosotros y en que algún día llegará su vez. No se rinden ante la espera y vienen todos los días, se ganan la amistad de los demás niños que ya saben que Khanimambo es su casa y poco a poco han empezado a jugar juntos. No faltan ningún día a la Escolinha aún no yendo muchos al colegio por falta de medios, y pintan a pesar de no tener un padrino al que enviarle los dibujos como los demás. Prácticamente todos estos niños no sonríen y ese es nuestro reto, que acaben todos sonriendo. La esperanza de estos niños es ilimitada, en algún momento, no saben cuándo llegará un padrino para ellos, Tía Alexia se lo ha prometido. También han llegado a nosotros casos urgentes, que se han saltado cualquier lista o protocolo, la humanidad, el saber que no hay ninguna otra opción mas que la de recibir ayuda YA hacen que todo cambie al instante en que entiendo que ese niño vive una vida totalmente injusta y que no puede seguir así. Que nuestra trabajo sería inútil si esos casos no se les pone una solución inmediata. Y la hay… y entra en Khanimambo enseguida, con un cambio de expresión veloz. Estos son casos como los de Martina y Adelaida. Martina se ha quedado huérfana y su madre lo único que la ha dejado es un contagio de VIH y Tuberculosis. El día que la conocí tenía una lágrima inmóvil en su mejilla. Pequeñita y con los ojos fijos. No tiembla ante nada, lo observa todo y acepta el mundo en el que está. Un ejemplo de entereza sin esfuerzo, innata… NO sé cuánto tiempo vivirá, pero la injusticia a la que se enfrenta se empequeñecerá a nuestro lado. Las canciones de los niños de Khanimambo han entrado en su vida y las siente al sonreírles de vuelta. La comida y los abrazos, los medicamentos y la ropa nueva. Todo lo que necesite para poder disfrutar de lo que hay por aquí… a pesar de ser una víctima. Una víctima más de esta realidad que hemos creado las personas. Adelaida es un caso totalmente diferente, tan lleno de esperanza que no hay nada que vaya a quitárnosla. No habla, parece que es muda y nunca ha ido al colegio. Tiene una mirada vacía, pero que se llena cuando cualquiera de nosotros hacemos un esfuerzo para explicarle todo, para darle un abrazo, para felicitarla al pintar. Es un ángel como el que nunca he visto. Su carita redonda, su sonrisa tímida, sus ganas de vivir. Por suerte tiene una madre que lucha por ella, que ha venido aquí a pedir ayuda y que la cuida bien a pesar de no tener nada, nada más que un amor ilimitado de madre, todo un ejemplo. Está muy limpita, ahora con lo que le hemos dado bien vestida y sólo falta que aprenda todo lo posible para valerse por si misma. No sé si algún día Adelaida hablará, algo dentro de mi me dice que es posible conseguirlo como lo hemos conseguido con Olivia y Teresa. Pero lo que nunca le faltara es nuestro apoyo para que consiga tener una vida lo más digna posible y no pare de sonreír como ahora que ha entrado en Khanimambo. No se me quita de la boca la palabra esperanza porque estos días estamos haciendo un test de HIV-SIDA masivo (como les gusta decir aquí) de todos los niños de Khanimambo y sus familias. La esperanza de no tener nada es la actitud con la que se sientan delante de la doctora, el problema es que muchas saben que han corrido todos los riesgos para que el test de positivo. Y su expresión de culpabilidad cuando esto ocurre, y el terror que se dibuja en su mirada al ver como pinchan a sus hijos y cómo por su falta de responsabilidad la vida de sus hijos pueden dar un giro enorme… enorme… definitivo. Y luego, lo más fuerte de todo… cómo la esperanza de mejorar su calidad de vida con un tratamiento para el HIV, la tuberculosis, el SIDA… va a hacer más fácil todo. Entonces a mí se me cae todo, y me uno a esa esperanza y por primera vez siento la grandeza de esta palabra que lo transforma todo, y lo convierte todo en más fácil. Se nos morirán muchos a mitad de camino por el SIDA, pero mientras tanto sobreviviremos con esperanza.