Defender Khanimambo es ya una obligación dentro de mí. Porque
cuando lo hago, defiendo los sueños de cada uno de estos niños que me llaman Tía
Alexia.
Leer este blog es siempre un consuelo para recorrer el
camino tan intenso que me trae de vez en cuando a este ordenador llenísima de ideas que
escribir. Tengo que parar, y respirar. Y no olvidar nunca que lo que de verdad
significa Khanimambo.
Porque esta palabra rara, estas 10 letras juntas significan
tantas cosas lejos de la hipocresía que a veces tiene la solidaridad: familia,
igualdad, justicia, verdad, generosidad, lucha, sonrisa. Significa oportunidad
de que las cosas a veces sí se pueden arreglar / cambiar.
Me sincero con el teclado… sé que no soy la misma que antes.
¿Cómo podría serlo? He ido dejando por el camino muchas cosas y muchas personas
que de alguna manera me impedían estar donde debo estar: aquí. Y a veces es
triste y duro mirar para atrás y saber que en todas las decisiones se pierde
algo, pero sé que también se gana. Y en mi caso, eligiendo siempre por el bien de
Khanimambo, ganan muchos niños.
Defiendo Khanimambo porque creo con toda mi energía y
certeza que el proyecto vale muchísimo, muchísimo más que cualquier otra cosa
que pueda perder. Yo no soy ni de lejos tan importante como todo lo que estos
niños se merecen. O todo lo que ellos llegarán a ser.
El camino es largo, y no tengo miedo de seguir.
Siempre he dicho saber a dónde llegará Khanimambo, y lo sé. Pero
es impredecible todo lo que nos ocurrirá por el camino, aunque ando tranquila, y con
paso firme, sabiendo que me agarran de la mano tantísimas personas buenas.
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